No
puedo dormir, intentando recordar la forma de tus orejas.
Han
desaparecido de mi memoria como si nunca hubieran estado allĂ, como si nunca
las hubiera observado, ni tocado, ni besado.
No
recuerdo ni sus recovecos ni su color, ni la textura de sus esquinas.
Mis
ojos están abiertos de par en par, forzando una imagen mental, intentando
reconstruirte dentro de mis pupilas.
Pero se
escapa, no hay forma de recuperar tus orejas.
Temo
que vayas desapareciendo de mi memoria por partes, empezando por cosas pequeñas,
un dĂa las orejas, al siguiente tu nariz, al cabo de poco tu boca.
Que te
disuelvas como un terrón de azúcar en mitad del océano, desdibujándose tus
formas con cada hora que paso lejos de ti.
Pensaba
que te retendrĂa siempre, porque tu imagen, tu olor y tu sabor eran más
certeros para mĂ de lo que es mi propia existencia, conocĂa mejor cada poro de
tu barba que mi propio rostro.
Y sin
embargo aquà estoy, debatiéndome a solas en nuestra cama (demasiado inmensa
ya), recomponiendo tu recuerdo.
Es extraño
el tiempo, y las cosas que ruedan sobre Ă©l.
Es raro
vivir, asimilando lo que la vida supone: a veces todo, a ratos nada.
Y es
aún más complicado escribirte, pero hoy no puedo dormir, tus orejas no me dejan
descansar, y es buen momento (o el peor, quién sabe) para contarte cómo es esta
vida ahora, sin ti.
Si
algĂşn dĂa (dentro de muchos dĂas o dentro de horas) desaparecieras totalmente
de mi mente, seguirĂas en mĂ de alguna forma, como un latido paralelo al latido
de mi corazĂłn.
Como
fuiste junto a mĂ, un paso extra en el compás de mi caminar, una mano enlazada
haciendo ancho el paseo.
Intenté
con todas mis fuerzas borrar cada sensaciĂłn, pero habĂan arraigado demasiado
profundo y no tuve paciencia para quemar cada brote que renacĂa al escuchar
nuestra canciĂłn, al oler tu perfume, al ver un anuncio que detestabas.
Imagino
que no soy fuerte, o puede que sea vaga sin más, pero no quise borrarte del
todo.
Fumigar
las emociones como una plaga dañina me pareció demasiado abusivo como colofón
de lo que te quise.
Porque
aĂşn hoy, no estoy segura (¡aĂşn hoy!) de si tĂş me quisiste en algĂşn instante.
Entiendo
que no me quisieras cada rato, como la madre ama a su hijo cada minuto del dĂa,
pero si esperaba (y aĂşn deseo) que me quisieras lo suficiente para no haberme
olvidado del todo aĂşn.
Si yo
estoy perdiĂ©ndote a retazos, con todo lo que te amĂ©, ¿quĂ© ha de quedar de mĂ en
ti?
Puede
que mi vestido negro de vuelo, o el verde de mis ojos bañados en cloro cuando
salĂa de la piscina. O mis pies, o nada.
Seguramente
nada.
QuerĂa
escribirte para decirte, antes de olvidarte, que nunca dejaré de amarte.
0 comentarios
Comparte tu opiniĂłn sobre este tema!