Psicología en la pareja y la familia

Infidelidad: por qué (a veces) es bueno perdonar

viernes, septiembre 21, 2018


Se presenta en numerosas ocasiones, tanto en charlas ociosas con amigos como en las de consulta, el espinoso tema de la infidelidad en una relación sentimental.
Muchos son los que han pasado horas en el sillón de una consulta intentando dar una explicación y una solución al sufrimiento generado por la deslealtad de su pareja.
Tras conocer el hecho, cada individuo trabaja la tesitura en base a una serie de componentes únicos y que involucran aspectos personales, sociales, culturales.

No hay una respuesta única ni una respuesta igual para todos.

El dolor que supone en ciertos casos es comparable al alivio que provoca en otros.
No podemos presuponer el qué o el cómo se debe actuar ante una infidelidad, y seríamos muy necios si juzgáramos una respuesta en el otro que no es la que nosotros daríamos.
Pero como el prejuicio y el juicio son parte fundamental de la construcción psicosocial, hemos de contar con ellos. Hemos de asumir que, ante el afrontamiento de la infidelidad de nuestra pareja, también tendremos que afrontar el juicio de los de alrededor.
Muchas veces por intentar prestar ayuda, y otras veces por imponer una moralidad propia, los que nos rodean y aprecian dan sus opiniones sobre nuestro caso.


En este artículo quiero desmontar ciertos mitos en torno al perdón de las infidelidades.
Es necesario repetir en este punto que vivo en un país occidental, cuya religión predominante es el catolicismo, y que ha pasado por convulsas etapas políticas en el último siglo. 
Esto marca un carácter en mis coetáneos, una forma de asimilar la realidad enmarcada en unas reglas morales y conductuales que se han heredado y que son prácticamente inconscientes.

Partiendo de esta base, estudiemos qué influye en el perdón ante una infidelidad:

  •           El acuerdo en la pareja: parece una cuestión básica y sin embargo es algo que el entorno suele ignorar al opinar sobre la conducta del que ha perdonado. Se sobreentiende que, en nuestra sociedad, el modelo de pareja clásico, monógamo y con un contrato de fidelidad intrínseco es el único posible. Tendemos a pensar que la persona que descubre una infidelidad no sabía nada de este hecho hasta ese momento, y que por tanto ha sido traicionada. No siempre es así. Cada vez más, los modelos de pareja son más abiertos a relacionarse de forma polígama o con contratos de fidelidad flexibles y abiertos. En estas parejas prima la comunicación y la sinceridad sobre los propios deseos sexuales y la libertad de actuación individual, se establecen límites en acuerdo común y se comunican cambios en caso de producirse.En nuestra sociedad, la idea del amor romántico supone un lastre emocional y un condicionante conductual para muchas parejas, y se sobreestima la capacidad de fidelidad del ser humano, por lo que cada vez más personas optan por estos otros modelos.

  •         El estado de la pareja: otro error de base al juzgar a alguien que ha perdonado una infidelidad es pasar por alto el estado de la relación. Cuando uno de los miembros de una pareja “clásica”, donde la monogamia es un acuerdo implícito, descubre una infidelidad, el sentimiento de traición puede ser muy fuerte. Incluso siendo consciente de que la relación no atravesaba el mejor momento, la mayoría de los individuos sienten ira, frustración y dolor al descubrir una infidelidad. Pasado ese estado de impacto inicial, es fundamental ser objetivo con uno mismo y evaluar la situación con franqueza y distancia emocional. Todas las parejas pasan por etapas difíciles, incluso aquellas que tienen sentimientos mutuos de amor y cariño, sufren épocas de distanciamiento emocional, físico o ambos que pueden deberse a mil razones; pero que en la práctica provocan que los integrantes de la pareja sientan que ya no se aman. Cuando un individuo tiene estos sentimientos es natural buscar apoyo emocional, sexual, social o de otro tipo (o de todos ellos a la vez) en personas ajenas a la pareja, que suponen un soporte para la autoestima, ego y necesidad de aceptación natural. Este tipo de apoyos se pueden prolongar en el tiempo e incluso pueden llegar a convertirse en personas muy apreciadas, pero el infiel no suele renunciar a su relación de pareja porque los motivadores de su conducta son extrínsecos a su pareja estable: se suele dar un sentimiento de culpa intenso y tristeza por el acto de la infidelidad, pues el infiel suele justificar estas acciones como “solo quería que nuestra relación volviera a ser como antes”, “quería que mi pareja de siempre me quisiera como siempre”, etc; y en el momento que se reconoce el estado dañado de la relación estable procuran un cambio, bien con terapia de pareja bien por sus propios medios, para recuperar la relación.

  •              Las personalidades en la pareja: todos somos diferentes, todos amamos diferente y sentimos diferente. El individuo que perdona una infidelidad puede tener una idea del amor menos romantizada de lo que tenemos nosotros, y para esa persona perdonar una infidelidad no supone un acto de humillación o acatamiento, sino una forma de aceptación emocional tras un profundo análisis de sus propios sentimientos y de lo que supone para el futuro de la relación. En muchas ocasiones el descubrir una infidelidad refuerza una pareja porque pone encima de la mesa cuestiones que no se tocaban por miedos, dudas o recelos. Tras enfrentar sin tapujos las razones y consecuencias de una infidelidad, algunos individuos alcanzan un estado de comprensión mutua y capacidad de mejora y resolución de errores que hubiera sido imposible manteniendo el status quo.

  •           El perfil del infiel: cada traición a la confianza o al acuerdo de monogamia en una relación tiene cientos de connotaciones diferentes. En este punto es importante entender la importancia del infiel. La forma de engañar al otro y el por qué siempre tiene peso. Para algunos será más importante un aspecto u otro, pero se suele ver consenso en el valor que damos al por qué y a la reacción del infiel. Todos (¡todos!) podemos hacer daño al otro, incluso queriéndolo. La cuestión en la mayoría de los casos es si nos enfrentamos a una pareja incapaz de ser monógama o a una persona que disfruta con el engaño; o bien el infiel siente un profundo arrepentimiento y una voluntad de mejora en pareja. No podemos juzgar igual a aquel que no contempla cumplir el contrato establecido en la pareja porque su personalidad es así, a aquella persona que en un momento dado o bajo determinadas circunstancias ha engañado a su compañero. Si esperamos monogamia de nuestra pareja y su tendencia es la poligamia, si no siente que deba un respeto al contrato entre ambos y si, tras descubrirle en una infidelidad no hace un ejercicio real de mejora por alcanzar el bienestar mutuo, probablemente el perdón solo suponga la aceptación de la monogamia unilateral.



Personalmente considero estos cuatro puntos los fundamentales a la hora de abordar una infidelidad en pareja, y, aunque parecen obviedades, es importante resaltarlos en terapia porque todos cargamos con prejuicios y un imaginario respecto al amor y a las relaciones muy influenciado cultural y socialmente, por lo que no está de más empezar por estas cuatro características cuando tratamos una crisis de pareja por infidelidad.

En muchos casos el proceso es largo, arduo y doloroso; pero en otros tantos superar y perdonar una infidelidad es un paso más en la evolución de la pareja.

Me he encontrado casos en que el infiel negaba evidencias a su pareja (ocultar información o incluso mentir, en detalles como las relaciones sexuales con la tercera persona, los lazos emocionales o las actividades desarrolladas) que se pueden considerar desde un punto de vista superficial como un engaño sobre el engaño, pero que si profundizamos suelen ser mecanismos de defensa hacia la pareja (evitar sufrimiento adicional explicando datos irrelevantes para el infiel a nivel emocional pero que teme tendrán alto impacto en su pareja).

Suelo recomendar la sinceridad absoluta una vez la traición ha salido a la luz pues, aunque dolorosa, es la mejor forma de restablecer la confianza perdida.

Incluso en algunos casos particulares el infiel contaba con cartas, fotografías, mensajes de texto, etc. que mostraban la realidad de su infidelidad y suelo recomendar que se visualicen en pareja para rescatar la unidad y recuperar la sensación de confianza mutua al “desnudar” la traición.

Si estás leyendo este artículo y te encuentras en una situación de afrontamiento de una infidelidad, sin saber qué herramientas utilizar, bloqueado emocional y conductualmente, te recomiendo que hables con un profesional de la Psicología que pueda guiarte.

Nuestro círculo social puede tener la mejor intención al brindarnos su apoyo y consejo pero probablemente estén condicionados por los prejuicios que nombré anteriormente y te sientas culpable o débil por pensar en el perdón.

El perdón es un acto egoísta, pues es la única forma de brindarnos paz.

 Texto y fotografía: Cristina Martín.


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