infancia y adolescencia
¿Madres perfectas? De la tristeza al miedo, pasando por la felicidad.
viernes, marzo 04, 2016
Tenemos
que “llegar a ser” muchas cosas, adoptar roles y facetas que cumplan con un
modelo de comportamiento idóneo de acuerdo a nuestro contexto cultural.
Ciertos
aspectos de este “deber” son intrínsecos e inconscientes, forman parte de
nuestro desarrollo como individuos dentro de la sociedad, nos ayudan a crear
lazos, a formar nuestra identidad dentro del grupo, a ser similares y acogidos,
pero al mismo tiempo permite diferencias que, a partir de la primera etapa de
edad adulta, son consideradas cualidades positivas y enriquecedoras.
Otros
roles culturales son mucho más sobresalientes, y sin ser generalizados, si son
adoptados por la mayoría de los miembros adultos de la sociedad.
Uno de
ellos es ser madre.
Para
las mujeres occidentales (siempre baso mis artículos en la propia experiencia
cultural en la que estoy inmersa, aceptando las probables diferenciaciones
etnográficas), una vez superada la adolescencia, y habiendo llegado a la
madurez, se crea un “apremio social” porque cumpla con su rol de madre; sobre
todo si se trata de féminas emparejadas y con situaciones estabilizadas laboral
y familiarmente, en las que “se da por hecho” que el próximo paso vital será la
maternidad.
Las
mujeres que finalmente deciden optar por ser madres (esto debería ser una
opción libre, de tipo estrictamente personal, diferente para cada mujer, y que
no debería estar influida por contextos culturales determinados, pero para que
así sea, han de darse una serie de circunstancias educacionales y sociales
concretas que ayuden a la libre toma de decisiones), tienen, una vez llevado a
término su embarazo, una nueva imposición cultural, cada vez más apremiante:
ser madres perfectas.
Las
mujeres, durante el embarazo y después tras el parto, están sometidas a cambioshormonales de una intensidad tan elevada, que pueden cambiar por completo la
forma de pensar, sentir y comportarse; sin que ellas tengan la percepción
objetiva de su influencia, pues aparecen de forma gradual para conseguir el
perfecto desarrollo del feto y el éxito en la gestación y parto.
Estos
cambios hormonales, unidos al evidente cambio en el estilo de vida al dar a
luz, provocan en un porcentaje variable de mujeres lo que se denomina depresiónpostparto, que se inicia en
las primeras doce semanas tras el parto, debido al gran cambio que se produce
con la llegada de un niño, con síntomas depresivos típicos: tristeza,
sentimientos de desesperanza y de minusvalía, insomnio, pérdida de apetito,
lentitud de movimientos, pensamientos recurrentes de muerte, y síntomas físicos
ligados como molestias digestivas, dolor de cabeza, fatiga, taquicardias, etc.
La depresión postparto es un estado psicológico que ha de tratarse por profesionales, aplicando terapia psicológica y farmacológica en los casos más graves.
La depresión postparto es un estado psicológico que ha de tratarse por profesionales, aplicando terapia psicológica y farmacológica en los casos más graves.
Imaginad lo que supone para una mujer, que acaba de ser madre, tener toda una serie de sentimientos encontrados sobre su reciente estado, sin ser capaz de superar la tristeza, sin entender , además por qué no puede ser la madre perfecta que la sociedad espera de ella.
El
conocimiento de los procesos hormonales que sufren las mujeres en esta etapa ha
de servir para empatizar y tratar con especial cuidado los primeros momentos de
consolidación de la relación entre madre e hijo.
Porque,
además de su sufrimiento personal, la madre con depresión postparto no
desarrolla un vínculo de apego con el bebé al ritmo habitual, ya que la
tristeza y apatía interfieren en la conducta maternal de cuidado y atención,
pues suelen sentirse menos cercanas al niño, desean pasar menos tiempo junto a
ellos o prestan menos atención a la alimentación y sueño del bebé, delegando el
grosso de estas tareas en el padre o familiar que esté junto a ella.
Hemos de entender que este comportamiento es consecuencia de una depresión postparto, y no incrementar la tristeza y frustración de la madre reprochándole su actuación o recordándole que no cumple su rol de madre perfecta.
La
perfección es sólo una etiqueta cultural, lo que hoy nos parece ideal en la
crianza de los hijos, hace cien años era una insensatez, y probablemente
nuestro concepto de maternidad evolucione con la sociedad y las nuevas madres
adopten nuevas conductas de acuerdo a lo que se conoce.
La mejor ayuda que se puede prestar a una madre reciente es empatizar con su situación, apoyarle en el nuevo reto que se le presenta, y respetar su forma de amar y cuidar a su hijo.
En caso
de que sufras, o conozcas a alguien que presente rasgos de depresión postparto,
acude a tu médico, explícale tus sentimientos, y te derivarán a un especialista
para ayudarte en esta nueva etapa.
No esperamos madres perfectas, esperamos que la maternidad sea respetada como un crisol emocional y comportamental donde la tristeza, el miedo y la felicidad se contemplen como emociones tan válidas para una madre como para cualquier individuo en cualquier fase vital que suponga un cambio trascendental e irreversible.
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