Psicología en la pareja y la familia

Filias y fobias sexuales II: Intercambio de pareja, ¿una nueva forma de amar?

viernes, marzo 11, 2016

La sexualidad humana es uno de los ámbitos que promueven más debate, reflexión, opinión y hasta prohibición, desde el principio casi de la humanidad (las imágenes halladas a lo largo de Europa en piedras, paredes, grabados y carbones así parecen demostrarlo, datan del paleolítico superior, con una antigüedad de entre 40.000 y 10.000 años y escenifican actos sexuales, reproductivos o de cortejo), por lo que todo lo que trate de sexo, ha de entenderse siempre dentro del marco cultural e histórico en el que se desarrolla.

El sexo no es igual para una mujer occidental que para un hombre oriental, ni lo es hoy frente a hace 40 años en el mismo país.

Es por tanto imprescindible leer estos artículos desde una perspectiva abierta, en la que tengan cabida las formas de sexualidad más lejanas a nuestras propias experiencias, porque al final, en el sexo todo es válido siempre que todos los implicados estén de acuerdo con que suceda.

Una de las filias más habituales entre la población es la práctica de sexo con personas ajenas a la pareja, siendo ésta consciente, y estando presente durante el acto en la mayoría de los casos de forma activa.

Se denomina intercambio de parejas o, en el término anglosajón “swinger”.


Se puede dar en todo tipo de parejas, en cualquier fase de la relación, y en individuos con diferentes rasgos de personalidad y comportamiento.

Normalmente nace del deseo (este origen ha de ser mutuo y consensuado, porque en caso de que sólo una de las partes de la pareja decida iniciar ésta práctica y “arrastre” al otro, se pueden provocar conflictos de celos, inseguridades, enfrentamientos e incluso la ruptura) de explorar nuevas dimensiones psicológicas de uno mismo y de la pareja, desarrollando actividades tales como observar a otros cómo se relacionan sexualmente; tener sexo con la pareja mientras se es observado; besar, acariciar o tener sexo oral con una tercera o cuarta persona (llamado soft swing) y tener penetración sexual con algún otro además de la propia pareja (llamado full swap).


En la actualidad algunos terapeutas de pareja ven este tipo de práctica como una alternativa dentro del tratamiento para casos en los que la monotonía, rutina y desidia se ha apoderado de la intimidad de la pareja; pueden, a través de nuevas vivencias sexuales consensuadas, revivir la emoción por su compañero a través de una nueva perspectiva, que en numerosas ocasiones da una dimensión desconocida al amante que ha compartido el lecho conyugal durante tantos años.

A veces los aspectos más inesperados de una relación afloran y fluyen cuando un nuevo componente sexual es tenido en cuenta, como agregar un condimento inesperado y sorprendente al plato cotidiano.

Cuando hablamos de filias, tratamos comportamientos sexuales que suelen absorver y condicionar en cierta forma la vida de los individuos, por ello hay que tener en cuenta antes de iniciarse en nuevas prácticas sexuales el alcance que éstas pueden tener en la vida, razonando previamente si el hecho de conocer nuevas conductas hará que las que ya practicábamos y nos satisfacían “sepan a poco”, tendiendo a elegir en la mayoría de los casos la nueva práctica, en este caso, el intercambio de parejas, lo que puede conllevar fracturas entre los miembros de la pareja por no asumir o disfrutar en el mismo grado de esta filia.

Siempre es recomendable evaluar con tiempo y sin prejuicios las opciones que la sexualidad nos ofrece, para no caer en la práctica de actividades poco gratas, insatisfactorias o hasta desagradables, y conocer nuestro cuerpo y nuestra mente, ya que en definitiva, el placer reside ahí, en nuestro cerebro.
Hoy en día, en las grandes ciudades de Occidente, esta práctica está cada vez más aceptada y extendida, encontrándose numerosos locales para su práctica y con comunidades en contacto mediante las redes sociales.


Si te encuentras en un conflicto personal que deriva de la rutina y desencanto en tu relación de pareja, acude a un terapeuta que os asesore sobre cómo abordar esta etapa difícil, y permanece abierto a nuevos enfoques, aunque algunos de ellos sean tan sorprendentes como el que relato hoy, lo habitual es que el especialista adapte la terapia a vuestra personalidad, interacción y emociones.

Porque cada persona es un universo diferente, y la sexualidad no es más que otra arista que forma las diferencias individuales en un compendio de las cogniciones, emociones y comportamientos complejos que exhibe el ser humano.



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