Psicología en la pareja y la familia

¿Amor y/o sexo?

viernes, agosto 14, 2015

Las interacciones personales son siempre complejas en todas sus formas, y hoy quiero acercaros un poco de conocimiento evolutivo sobre una particular relación humana que conlleva verdaderos quebraderos de cabeza, es aquella que se da entre hombres y mujeres en la fase de conocimiento y primer contacto afectivo.

Durante todas las etapas de la historia ha existido lo que hoy denominamos "amigos con derechos", es decir, personas que tienen una relación amistosa o de carácter lúdico pero que además mantienen relaciones sexuales esporádicas, sin que ello derive o genere una relación afectiva estable con carácter de compromiso mutuo y exclusividad.


En nuestro contexto cultural actual, sobre todo si nos enfocamos en grandes ciudades donde las redes sociales son menos centralizadas y por tanto hay más sensación de "anonimato", hay una extendida normalización del término, por lo que los individuos que así lo desean suelen mantener numerosas relaciones de este tipo a lo largo de su etapa vital, culminando normalmente en la estabilización sentimental con una pareja única.

El problema viene dado cuando, a pesar de la normalización cultural, el individuo particular no ha aceptado esta forma de relación.

He visto numerosísimos casos de ambos sexos, donde la persona ha comenzado a relacionarse con el otro sin expectativas y con la idea clara de mantener una relación exclusivamente sexual,pero la situación ha derivado en un "enganche emocional" de una de las partes que definitivamente desea conseguir una relación sentimental plena, y la negativa de la otra parte de la pareja conlleva tristeza, ira, frustración y en casos extremos desesperanza y depresión.

Generalmente, aunque los términos de la relación queden claros desde el inicio, una de las dos partes empieza a notar sentimientos afectivos tras los encuentros sexuales, siendo mayoritariamente las mujeres las que se describen como "enamoradas" de su amante.

Esta tendencia al enamoramiento tiene, como casi siempre, una razón biológica y evolutiva.

Tras los encuentros sexuales tanto hombres como mujeres segregan una hormona llamada oxitocina u "hormona del amor", que provoca una auténtica bomba química en nuestro cerebro.

Esta hormona es la responsable de la sensación de éxtasis, conexión y plenitud que se siente tras el coito, y que genera lazos emocionales fuertes con el compañero sexual, con el fin único de asegurar la reproducción humana.


En las mujeres la hormona oxitocina se mantiene en el cerebro unos 4 días, consolidando en el imaginario de la afectada la idea de que su compañero tiene algo especial que le atrae indescriptiblemente, y sintiéndose embriagada de felicidad e ilusión durante estos días, sin ser apenas consciente de ello, aunque su cerebro si lo sea.

En el hombre, la oxitocina dura apenas 24 horas: quizá ahora ciertos interrogantes hayan sido resueltos.

¿Cómo puede haber tanta diferencia temporal entre ambos sexos?

La naturaleza tiene un objetivo claro en todas las especies: su perpetuación.

Para ello, el macho no podía "enamorarse" de una mujer durante cuatro largos días en los cuales su capacidad reproductiva se viera mermada a las posibilidades de fecundación de una sóla hembra.

Debía por tanto ser capaz de mantener cuantas más parejas sexuales mejor, para así maximizar sus posibilidades de fecundación.

Y las hembras, por contra, debían mantenerse unidas a un macho los días suficientes para que mantuvieran relaciones en la etapa fértil, y así asegurar la descendencia.

Maravillosa e implacable naturaleza, que guía el destino y amor de los hombres con un sólo componente hormonal.

Las mujeres y hombres que me hablan de sus frustraciones amorosas, que defienden la idea de mantener sólo sexo con la misma persona por largos períodos de tiempo, y que rehúyen la idea cultural de comprometerse afectivamente con una sóla persona, suelen comentarme que pasan por fases de incertidumbre respecto a sus propios sentimientos y los del otro; pues de forma sorprendente, aún habiendo fijado los términos de la relación al inicio, es habitual que haya que zanjarlo por confusiones y expectativas distorsionadas.

Quizá comprendiendo la naturaleza relacional humana, podamos estar sobre aviso de los implacables efectos del enamoramiento en nuestro cerebro, que son generalizados e incontrolables.

Y tal vez saber qué relación tienen las hormonas con nuestras emociones nos ayude a perdonarnos ciertos comportamientos espontáneos y sensaciones sorprendentes que nos inundan a pesar de nuestro control lógico.


Mi recomendación ante cualquier tipo de relación interpersonal es intentar no crear expectativas, no autoimponernos barreras o límites previamente, y; ante la decisión adulta de mantener una relación exclusivamente sexual, establecer los términos claramente al inicio y ser sincero con el otro ante cualquier indicio de conexión emocional.

Finalizo, como otros muchos días, con este maravilloso documental del programa Redes.





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