Narcisismo del siglo XXI: virtual, global e instantáneo.

viernes, julio 31, 2015

En la mitología griega, Narciso era un joven muy hermoso, tan bello que las doncellas se enamoraban de él tras sólo mirarlo una vez, pero Narciso, arrogante y vanidoso, rechazaba a todas ellas.

Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta la había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera siendo incapaz de declararle a Narciso su amor; hasta que un día, cuando él estaba paseando por el bosque se perdió de los acompañantes de su camino y cuando desesperado preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco respondió: «Aquí, aquí».

Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz.


Para castigar a Narciso por su engreimiento, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.

Esta historia mitológica tiene más sentido metafórico que nunca antes en la historia, por muy presumidos y vanidosos que fueran nuestros antecesores, nunca contaron con la mágica herramienta de trasmitir su imagen al instante a cada lugar del mundo, con un solo movimiento, como de auténtica magia se tratara.


En psicología se distingue entre rasgos de personalidad y trastornos de personalidad.

Los rasgos son aquellas características de la personalidad que se mantienen constantes y se presentan con cierta regularidad independientemente de las circunstancias, es decir, todo aquello que “hace ser” al individuo.

Un trastorno de personalidad se presenta cuando ciertos rasgos se dan en tal frecuencia, intensidad o constancia que interfieren en la vida del individuo y en su correcto funcionamiento social, laboral, personal, etc. siendo un impedimento para lograr el bienestar.

Hoy abordo este artículo desde la perspectiva del rasgo de personalidad narcisista, dejando el trastorno de personalidad narcisista para futuras publicaciones.

En este encuadre, la persona narcisista tiene un inflado sentimiento de grandilocuencia, de sentirse mejor y más importante que los demás, lo que le lleva a rechazar las normas y a actuar de forma poco ecuánime ya que consideran que su presencia es casi un regalo para aquellos que lo tratan, mereciendo toda la atención, admiración y favores de los demás.


Podemos situar a este tipo de personalidades en el mundo del siglo XXI, y reflexionar sobre la implicación entre estas características y el contexto en el que viven.

¿Qué grado de exageración, de autorreafirmación, de proyección del ego pueden llegar a alcanzar los narcisistas que disponen de herramientas de exhibición masiva?

Si una persona que cree firmemente que su existencia es mejor, más valiosa y más merecedora de éxito y alabanzas que la del resto de los seres humanos; que se admira y se enorgullece de su egolatría, tiene acceso a las redes sociales de la actualidad, proyectará por definición del rasgo todos sus síntomas en un espacio público y global, haciendo partícipes a todos (cuantos más mejor) de su presencia y de sus características de personalidad.


Los seres humanos nos movemos por corrientes culturales, por normativas no dichas y flujos de información globalizados, por lo que el narcisista de ayer es el influencer de hoy.

Es curioso desde el punto de vista psicológico cómo este tipo de personalidades llegan a ser aceptadas y admiradas en la sociedad occidental actual, donde prima el culto a la imagen y se alimenta hasta el empacho al ego y la superficialidad a límites nunca registrados en la historia de la humanidad (¿quizá porque hasta nuestros días no se ha podido dejar constancia de la vanidad del ser humano de forma tan compleja?).

¿Qué lleva a un ser humano a subir miles de imágenes, de reflexiones y de críticas propias a una red de exposición global? ¿Es más fuerte la necesidad de aceptación y afirmación social que la propia crítica personal y percepción de autoeficacia?

Si vamos más allá, quizá se combinen rasgos narcisistas de la personalidad (que se premian y promueven por la cultura actual) con la necesidad de aceptación grupal y sentido de pertenencia, y estas necesidades básicas del ser humano tan sólo se hayan adaptado a la sociedad de la información globalizada e instantánea.

Todos nos hemos hecho un selfie alguna vez (o muchas), todos hemos tuiteado nuestro estado de ánimo o escrito sobre el último restaurante en el que hemos cenado; ¿somos todos víctimas o beneficiarios del narcisismo virtual?


Para finalizar el artículo de hoy dejo un vídeo que nos puede hacer pensar sobre este tema, para todos aquellos que aún quieran conocer nuevas perspectivas.


Podéis ver el programa completo aquí.


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