Sexualidad

Pies de Loto: Cómo un fetiche sexual se convierte en tortura.

viernes, julio 24, 2015


El fetichismo sexual es la atracción por objetos o partes del cuerpo que habitualmente no corresponden al ámbito de lo erótico, pero sin embargo provocan un deseo irrefrenable en quien lo presenta.

Hay numerosas categorías, en función del objeto de deseo que provoque la excitación, y son tan diversos y numerosos como la imaginación pueda abarcar.

Porque en realidad la excitación sexual es una cuestión mental, una parte más de nuestra psique que se activa y funciona en base a preferencias, aprendizajes, experiencias y características de personalidad.

Pero, ¿qué opinarías si te dijera que una de las mutilaciones físicas más extendidas y duraderas de la historia se debe al fetichismo particular de un solo individuo?

Hablamos del fetichismo por los pies, en concreto por lo Pies de Loto.


Dice una leyenda que en el siglo X, el emperador chino Li Yu ordenó a su concubina favorita vendarse los pies con cintas de seda y bailar sobre una plataforma que tenía esculpida una flor de loto.

Sin poder asegurar la veracidad de esta leyenda, si está comprobado históricamente que las primeras mujeres que vendaron sus pies fueron las bailarinas del palacio de Li Yu en el siglo X, con el objetivo de realzar la gracia de sus movimientos.

Como la mayoría de las modas estéticas que comienzan en sociedad y provienen de la élite, se extendió con rapidez a las clases altas y en el siglo XVI se popularizó por todo el territorio chino y en todas las clases sociales, como símbolo de estatus y poder, perdiendo su objetivo inicial puramente estético y artístico.

Sin entrar a valorar lo que suponía para estas mujeres el vendado de pies, que las postraba en el hogar adaptándose a los valores femeninos defendidos por Confucio: la vida doméstica, la virtud, la maternidad y el trabajo manual; si podemos entender la implicación cultural que lleva a toda una sociedad a aceptar esta forma de mutilación y tortura como un hito de feminidad y orgullo.

Nos permite valorar con claridad hasta qué punto los individuos dejan de tener libre albedrío y capacidad de decisión y crítica, en pos de incluirse en el grupo cultural, ser aceptados y, más aún, ser valorados y admirados entre sus semejantes.

¿Cuántas clases de tortura, mutilación, denigración, destrucción de la identidad puede aceptar el ser humano para ser uno más de la masa social?
Porque a pesar de que el proceso para conseguir los pies de loto era una auténtica tortura que comenzaba en la infancia y se prolongaba durante años, y que daba lugar a terribles malformaciones y a discapacidad en un grado altísimo, la sensualidad inicial, el fetiche particular de un individuo influyente, convirtió a los pies de loto en la parte más erótica del cuerpo de la mujer.
Dice un proverbio chino, “Un cara bonita es un regalo del cielo, un par de pies bonitos es trabajo mío”.
Y ese duro trabajo empezaba a la edad de cinco o seis años, de las manos de las madres, rompiendo los huesos del pie para vendarlos en una forma antinatural (los dedos curvados hacia el talón, excepto el mayor que queda libre para conseguir la forma puntiaguda), cambiando los vendajes periódicamente por otros cada vez más apretados hasta, al cabo de dos años aproximadamente, conseguir unos pies de unos diez centímetros de longitud.


En nuestra sociedad occidental puede parecernos aberrante e incomprensible someter a una niña a semejante proceso, pero hemos de intentar enfocar esta tradición como parte de una cultura y en una época histórica determinada, donde tener unos pies de loto perfectos aseguraba un matrimonio favorable y un futuro económico óptimo.

Los fetiches sexuales han de ser respetados pues forman parte de la sexualidad humana, no son formas aberrantes de excitación aunque algunos de ellos sean claramente llamativos o hasta puedan provocar rechazo.

Hemos de intentar entender los aspectos de nuestra sexualidad como un compendio de emociones, cogniciones y conductas que son naturales, lo que nos librará de prejuicios y nos permitirá mantener una sexualidad saludable.


Siempre que se respete al otro, que no se ejerza de forma unilateral y entre dentro de los parámetros legales, cualquier cosa que deseemos es libre de ser disfrutada.

Os dejo un documental donde podemos entender un poco más acerca de cómo las tradiciones y las culturas donde crece un individuo pueden determinar su vida, su futuro y hasta su dolor y placer.




              

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