infancia y adolescencia

Fantasía compensatoria: cuando los sueños se confunden con realidad.

viernes, marzo 03, 2017

Fantasía
Del lat. phantasĭa, y este del gr. φαντασία phantasía.
  1. f. Facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de idealizar las reales.
La primera definición del término fantasía, según la Real Academia Española de la lengua, incluye la acción de “idealizar las cosas reales”.
Esta capacidad del ser humano, muy ligada a las personalidades más artísticas, es inherente al individuo desde que se tienen registros de la actividad humana; siendo numerosas las muestras pictóricas, escultóricas y demás en las que la realidad imaginada del autor de la obra representa una distorsión clara y contundente de la vida cotidiana de los contemporáneos de éste.
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Es por tanto una actividad, la de fantasear, que podríamos dar por humana, entretenida y hasta saludable para el individuo, pues es a partir de la fantasía donde la realidad, a veces gris y rutinaria, se torna interesante y se llena de los colores que la imaginación les quiera dar.
Como todo en su justa medida, fantasear es algo que en sí mismo no presenta un inconveniente ni provoca afecciones ni perjuicios para el que lo realiza; pero, como todo lo demás, cuando éste comportamiento sobrepasa los límites de lo positivo y provoca un malestar o una interferencia en la vida del individuo, nos encontramos con un problema.
Se pueden llamar fantasías compensatorias a esas imaginaciones profusas, vibrantes y prácticamente reales que desarrollan las personas en un intento de evadirse de su realidad habitual, o de compensar las carencias que sufre en su vida a través de imaginativas escenas donde los personajes pertenecen a su mundo, pero interactúan con el protagonista de forma idealizada, o en contextos fantásticos.

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Pongamos el ejemplo de un individuo con problemas de socialización, retraído y que tiene conflictos personales derivados de su escasa habilidad social (ésta debería ser evaluada como origen de la fantasía compensatoria, y trabajar sobre el foco del problema para, con ello, gestionar todas las áreas involucradas), que crea en su imaginación una fantasía donde los demás tienen unas relaciones cómodas, recurrentes y muy positivas con él, y donde él es el protagonista y personaje popular absoluto de su mundo imaginario.
Esta compensación utópica no presenta un inconveniente hasta que el individuo se ve afectado por ella, por ejemplo, cuando intenta relacionarse con uno de sus conocidos, que en su mundo imaginado tiene un trato cordial con él, y se topa con una realidad donde esta persona apenas cruza un saludo.
El choque emocional entre lo que “debería haber sucedido” según su fantasía y lo que “de verdad ocurre” es un impacto difícil de gestionar, que sólo evidencia la clara brecha entre lo que “le gustaría que pasase” y lo que “pasa en realidad”, creándose un círculo de baja autopercepción que aún provoca más dificultades en las relaciones.


Es decir, la fantasía compensatoria se vuelve un problema cuando el individuo la asume como realidad, cae en su ensoñación y prefiere vivir en ella, pues cuando ha de enfrentarse a la realidad,  se produce una reacción desmesurada y negativa, hacia uno mismo o hacia los demás.
 



Otro ejemplo podría ser el de una mujer que ha conocido a un compañero de trabajo, y empieza a fantasear con la idea de tener una relación amorosa con él, hasta el punto que sus pensamientos idílicos sustituyen a la relación real que existe entre ellos, de forma que si ella se aproxima a él, y su compañero le contesta cortésmente pero sin ningún acercamiento sentimental, ella se sentirá frustrada, desconcertada y confundida, pues “eso no es lo que debería pasar”, ya que se escapa totalmente de su guión, y decide zanjar la relación completamente por no poder gestionar el choque entre la realidad y su fantasía (con el desconcierto de su compañero que evidentemente no entenderá nada del comportamiento de ella).
Hemos de estar atentos a nuestras percepciones, realidad y contexto, hemos de saber disfrutar de nuestras fantasías y ensoñaciones pues son parte de nuestra naturaleza y nos ayudan a lidiar con la vida a veces anodina del común de los seres humanos, pero también hemos de estar alerta (sobre todo en etapas de estrés, decaimiento emocional y demás) de hasta qué punto damos crédito a nuestras ensoñaciones, siendo siempre capaces de diferenciar lo que visualizamos en nuestras ensoñaciones de los acontecimientos que suceden en nuestra realidad, por muy dispares que éstos sean.
Nuestra mejor compañera es nuestra imaginación, una imaginación saludable que trabaje en nuestro favor y que puede llenar de color nuestros días y nuestras noches, como animales rebosantes de pensamientos y sueños.

"Todos los objetos de la vida cotidiana, sin excluir los mas simples y ordinarios son producto de la imaginación cristalizada" Vigotsky.



                                                                                                                                 Autor: Cristina Martín.

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